El año empezó lluvioso, y las precipitaciones continuaron en primavera, eso hizo que hubiese mucha agua en el inicio de la brotación, pero también que nos mantuviéramos muy atentos ante el avance de posibles enfermedades criptogámicas. En la época de mayor riesgo para la vid, llegó el verano y se presentó como uno de los más cálidos y secos de los últimos tiempos, con temperaturas que superaron durante dos semanas los 40ºC, parando de raíz el crecimiento de hongos y haciendo que se adelantara mucho el inicio de la vendimia. Comenzamos con las variedades Chardonnay y Syrah el 13 de agosto y el 20 de agosto, respectivamente.
Otro fenómeno meteorológico asomaba por el horizonte en septiembre, está vez en forma de fuertes tormentas, que teníamos que aprovechar en nuestro favor, por lo que entramos a bodega los racimos de todas nuestras parcelas de Garnacha antes de las lluvias. Dejando las variedades de ciclo largo (Bobal, Cabernet Sauvignon y Tardana) para que siguieran su ciclo, de una forma más relajada al haberse mitigado la sequía con estas lluvias abundantes de septiembre.
Nuestras parcelas de Bobal se vendimiaron entre el 20 y el 27 de septiembre; y la Tardana, nuevamente fue la que cerró la vendimia, recolectándola el 1 de octubre.
El año fue generoso, toda la fruta recolectada entró sana, en un estado óptimo de madurez, y pese al calor de julio y agosto, las primeras catas nos revelan vinos con frescura que hacen presagiar una gran añada 2021.